Bienvenid@s

Hola!!!

Hombres mirando-nos es este acercamiento para que podamos compartir las cosas que nos duelen por seguir el modelo tradicional de la masculinidad, al romper con estas ideas y conductas nos brindarán mejores beneficios en nuestra vida emocional con uno mismo, la pareja, nuestras relaciones familiares y cotidianas.


Le apuesto al compromiso que podemos hacer los hombres para tener una vida sana, basada en la igualdad de género y renunciar a todas de las violencias que ejercemos los hombres.

Ahora te invito a que nos miremos desde otras formas de ser hombres.

Cirilo



viernes, 28 de marzo de 2014

viernes, 3 de mayo de 2013

viernes, 1 de abril de 2011

Violencia…¿en mi noviazgo?


Cirilo Rivera García

Tu pareja… ¿te ha pegado?, ¿te insulta, humilla, te hace panchos, se enoja cuando respondes con un no, te culpa de sus conductas violentas? Entonces, esto es para ti.

La violencia en las relaciones de noviazgo muchas veces es disfrazada en “nombre del amor”. Se piensa que una muestra de amor es “saber” todo sobre la pareja.

El tema acerca de la violencia en el noviazgo, no es un tema nuevo, muchas investigadoras/es se han preocupado por este tipo de relaciones. Los primeros acercamientos surgieron a partir de las relaciones de pareja desde el enfoque de género y en ellas muestran las expresiones de la violencia que viven las mujeres en las relaciones que tienen con los hombres.

El noviazgo se podría definir como aquel periodo de tiempo que dura una relación de pareja, sin embargo existen otro tipo de relaciones de pareja como las free o situacionales.

¿Qué es lo que duele y lastima en las relaciones de noviazgo?

En los diferentes talleres y conferencias que he impartido con respecto a este tema, algunas preguntas que surgen de las y los adolescentes son: ¿Cómo identificar si mi novio es violento?, ¿qué hacer si mi novio es violento?, ¿por qué algunas chicas no se dan cuenta que su novio es violento?

Con ellos/as se trabaja de la siguiente manera: que definan lo que significa el noviazgo para las mujeres y hombres; qué es lo que les gusta y qué no les gusta. Después de este ejercicio se va develando las formas en que perciben una relación de noviazgo; exploramos lo que les gusta y comparamos las respuestas las mujeres y los hombres. Posteriormente analizamos lo que no les gusta. Aquí les preguntamos a las mujeres cómo se sienten, y las respuestas más comunes son: me siento mal cuando me presionan; cuando me celan; cuando se enoja porque le hablo a mis amigos. Mientras los hombres señalan que no les gusta: que las chavas sean celosas; que nos engañen y que sean fresas o apretadas.

Ya identificadas las situaciones de malestar, definimos la violencia como el uso de la fuerza física, psicológica, emocional, sexual y económica que tienen por objeto someter a otra persona y así buscar un beneficio propio. A continuación comparamos sus respuestas de malestares y las relacionamos con la definición antes descrita. Las y los jóvenes discuten sus repuestas para identificar el tipo de violencia que se ejerce, siendo la psicológica la más frecuente.

Para ello también nos apoyamos con estas preguntas:
Tu novio

¿Te cela constantemente por tus amigos hombres o compañeros de trabajo?
¿Te persigue por el celular para saber con quién estás?
¿Revisa los mensajes de tu celular, así como tus llamadas y tu correo electrónico?
¿Te da miedo cómo reacciona?
¿Te toca o te besa sin tu consentimiento?
¿Te presionar para tener relaciones sexuales?
¿Te ha abofeteado, jalado de los cabellos o azotado las cosas para intimidarte?
¿Minimiza las cosas que realizas?

Estas claves permiten a las y los jóvenes identificar las relaciones violentas.

Más tarde,  hablamos del ciclo de la violencia y cómo es que quedan enganchadas en este tipo de relaciones.

El ciclo de la violencia.

Primera Fase: denominada “Fase de Acumulación de Tensión” (las cuentas por cobrar). Se produce una sensación de pequeños episodios que llevan roces permanentes hacia la pareja, con un incremento constante de la ansiedad y hostilidad. Su uso común es la ley del hielo, se hacen cosas que incomodan, dejan de llamarte, etc.

Segunda Fase: denominada “Episodio Agudo”. En esta fase, toda la acumulación de tensión que se venía generando da lugar a una explosión violenta y puede variar desde un tocar cuerpo cuando no quieres, gritos, palabras que te ofenden, azotar cosas, amenazarte hasta llegar al homicidio.

Tercera Fase: “Luna de Miel”. Se produce el arrepentimiento por parte de la persona agresora y promete no volverlo hacer, se ofrecen disculpas, se regalan dulces, chocolates, te invita al cine, etc.

Muchas personas, en la fase de “Luna de Miel”, consideran el arrepentimiento como una muestra de amor y, por lo tanto, no ponen límites.

Consecuencias.

Las investigaciones han señalado que la violencia en el noviazgo tiene consecuencias como: depresión, baja autoestima, bajo rendimiento escolar, miedo hacia la pareja, falta de apetito, etc.

¿Qué se puede hacer?

Habla con otras personas de lo que te sucede, es importante que conozcan los malestares que tienes en tu noviazgo.

Recuerda que nadie tiene derecho a violentarte y no debes sufrir pena o culpa por vivir una situación de violencia.

Esto es importante, si ya hiciste muchas cosas y no tienes resultados, es momento de solicitar ayuda profesional.

Y sobretodo, recuerda que nadie tiene derecho a lastimarte.

sábado, 19 de marzo de 2011

La violencia simbólica en mujeres y hombres

Psic. Cirilo Rivera García

Una buena muchacha de casa decente no puede salir
qué diría la gente el domingo en la misa
si saben de ti
qué dirían los amigos, los viejos vecinos, 
que vienen aquí
Qué dirían las ventanas,
tú madre y su hermana
y todos los siglos de colonialismo español
que no en valde te han hecho cobarde, que diría…
Silvio Rodríguez, La familia, la propiedad privada y el amor.



Deber “ser mujer” y deber “ser hombre” son expresiones que cotidianamente escuchamos o miramos en nuestra sociedad. El deber ser es un conjunto de introyectos que la sociedad ha construido para mantener un orden jerárquico sobre determinada población, llámese niños y niñas, mujeres, adultos/as mayores, indígenas, personas discapacitadas, etc. La elaboración de estructuras discursivas y prácticas lleva consigo formas sutiles para mantener el dominio y control.

Para Pierre Bourdieu, la violencia simbólica es aquella violencia que se ejerce sobre un agente social con su complicidad o consentimiento; además consiste en un  encarcelamiento efectuado mediante el cuerpo. Sin embargo, para que se lleve a cabo el consentimiento, es necesario construir simbolismos y prácticas que legitimizan ese deber ser: Ser buena hija, esposa, madre y abuela; deber ser hombre.

La violencia simbólica elabora estos instrumentos para mantener en subordinación a aquellos grupos sociales que intentan dejar de estar en esa condición. La frase mujeres juntas ni difuntas es ejemplo de ello, porque si una se da cuanta del potencial que tiene ¿que va a pasar si todas hacen lo mismo?... se pierden los privilegios masculinos. Cuando las mujeres se dan cuenta de que pueden romper las barreras sociales, dan inicio los comentarios de mujeres y hombres como: ¿qué les pasa, se quieren parecer a los hombres?, etc.; frases recurrentes ante el temor de perder el dominio masculino, las cosas así han sido siempre.

Cuando algún hombre decide romper los estereotipos masculinos tradicionales y decide ser tierno, más cooperativo en casa y solidario con las mujeres, y tiene pensamientos como: qué onda, si yo soy bien hombre,  renuncia a la ternura y a la solidaridad. Sin afán de justificar las conductas violentas y misóginas, este hombre ya no necesitó de los amigos, familia, medios de comunicación para que le recordara lo que un hombre de hacer para ser hombre.

Ser mujer tiene tantas significaciones, que la mayoría tiene que ver con los servicios para los demás. Algunos estudios muestran que los hombres quieren mujeres inteligentes, pero no más que ellos; desean parejas amorosas y sexuales, pero ellos desean ser quienes lleven el control. Describimos “al otro” o a “la otra” a partir de nuestras concepciones de poder, desde lo que me beneficia y me mantiene en la jerarquía.

Remar contra la corriente privilegiada puede que nos genere cansancio; sin embargo, en esa misma corriente, existen personas que desean construir relaciones de género democráticas. Vale la pena repensar las estructuras sociales y elaborar otras formas de ser mujeres y de ser hombres.

martes, 22 de febrero de 2011

¿Los Hombres somos igualitarios?

En septiembre de 1994 se llevó a cabo en El Cairo, Egipto, la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD), en la que se logró un impresionante consenso sobre qué hacer respecto con algunos de los problemas mundiales más importantes.

El Programa de Acción apuntó que los hombres y las mujeres tienen el derecho a recibir información, escoger y tener acceso a métodos seguros, eficaces y aceptables para la regulación de la fecundidad, así como el derecho a recibir servicios adecuados de atención a la salud que garanticen embarazos y partos sin riesgos.

Otro punto, tratado en el Programa de Acción de la CIPD, fue la responsabilidad de los hombres en la salud reproductiva (Punto 4). Este fue uno de los primeros avances en materia de equidad, porque a las mujeres se les había visto como las únicas responsables en el ámbito reproductivo.

Más adelante, en la Cuarta Conferencia Internacional de la Mujer en Beijing (1995), se tocó el tema sobre la inclusión y debate sobre la participación equitativa de los hombres.

Posteriormente, las diferentes convenciones e instrumentos internacionales hacen un llamado a los hombres a eliminar todas las formas de discriminación y violencia hacia las mujeres y buscar alternativas para una convivencia sana y equitativa.

Hasta hoy, la igualdad de género está en el mundo masculino como discurso; existe quienes la aceptan y también hay muchos que no contribuyen en la búsqueda de la equidad o la niegan.

Mientras los hombres sigamos creyendo que las mujeres son las únicas responsables del espacio doméstico, de la salud sexual y reproductiva, de la educación de los hijos e hijas y de la violencia, seguiremos evadiendo responsabilidades que nos corresponden.

La participación igualitaria y equitativa en nosotros los hombres debe basarse en desempeñar un papel solidario en cuanto a eliminar los malos tratos a sus hijas/os, parejas, madres y hermanas, sumándonos a los esfuerzos para erradicar la violencia doméstica, la prostitución infantil y la violación.

Nuestra participación igualitaria contribuye a fortalecer a las familias y sociedades más democráticas. En esta medida se benefician todos y todas; los hombres se vuelven más autosuficientes y desarrollan más habilidades. Otra de las ganancias es, que al compartir responsabilidades, queda más tiempo libre para disfrutarlo en familia y como pareja.

Es momento que los hombres nos comprometamos a otras alternativas de la masculinidad que permita el diálogo y el compromiso de la no violencia en casa.

El costo social de “ser hombres” nos ha afectado de grave en la salud física, mental y emocional; en ella va implícita la violencia de cada día.

Es por ello estas reflexiones:
Ø      ¿Qué pasaría si tu participación como hombre fuera con afecto igualdad y equidad en el interior de la familia?
Ø      ¿Qué valores les estarías enseñando y fomentando a tus hijos/as sobre el compromiso y la participación en el hogar?
Ø      ¿Qué pasaría si como hombre dejaras de ejercer la violencia y usaras el diálogo para resolver los conflictos?
Ø      ¿Qué pasaría si a tu hija le enseñas que, como mujer, merece respeto; que nadie tiene derecho a lastimarla ni humillarla; que es una persona tan valiosa y que es capaz de realizar muchas tareas?
Ø      ¿Qué pasaría si tú dejaras de acosar a las mujeres en las calles, trabajo y en tu hogar?

Pasemos de la reflexión a la acción...