Hace años que recorro mi país y América, trabajando con padres.
Hombres que se han hecho padres con dolor, muchos; sólo desde el deseo de perpetuidad y filiación, otros, con la idea cultural que sólo un hijo completa nuestro itinerario hacia hacernos hombres de verdad, entrado en la adultez.
Algunos como yo, en compañía fecunda de otros y otras, hemos decidido paternar, es decir criar creando con nuestros hijos e hijas vínculos nutrientes de amor y confianza mutua, no sólo pensando en que sean felices ellos, sino completando nuestra oportunidad de ser mas íntegros como personas nosotros.
Paternar, es en un principio, saberse co-creador en responsabilidad, hacer sabiendo; registrando que no hemos sido educados en ese hacer, pues es vivido culturalmente, como exclusivamente femenino .
Llamo responsabilidad a la capacidad solo adulta y madura de ponderar las consecuencias de mis actos, ni buenos ni malos, actos al fin.
Toda acción es emoción, es decir mis actos, con-tienen una emoción que los valida, y sostiene. Solemos hacer lo que queremos, aunque suene muy feo decirlo públicamente.
Todo hacer implica conocer, y en esa acción siempre hay otro /a que re-conocer, aceptándolo en legítima co-existencia, nunca hacemos solos, aunque parecería que los hombres estamos empecinados en no darlo a luz.
La necesidad de ir mostrando mientras crecemos, que hacerse hombre implica autosuficiencia, fortaleza e inteligencia condiciona muchas de nuestras conductas que no se ciñen a ese dispositivo de control y sanción.
Allá vamos, como centro del mundo, sumando insatisfacciones por ello.
Paternar, es dejar de lado privilegios, para que el otro u otra nos de sentido y significado conjunto, no viene de la mano de lo biológico...
Nuestras compañeras, según la cultura; se completan como mujeres en su maternidad, les otorga otro status social, sin embargo desde constituirse en cuerpo junto a nuestros hijos e hijas, los van registrando segundo a segundo en esa realidad casi imperceptible de desarrollo y evolución mutua, nosotros los conocemos después, adoptándolos en nuestro convivir, que en la mayoría de los casos no es corporal. (Los hombres tenemos organismo digo hace muchos años, pues sin apropiación conciente de esa realidad no hay cuerpo significante)
Ese niño eso no se toca, no es gratuito ni pasa rápido, suele instalarse en lo natural, pero es fruto de un preciso mecanismo cognitivo, casi de relojería.
También ellas son dolidas, poniendo en juego su capacidad de ser madre, malas mujeres habemus ...malas madres, es altamente riesgoso socialmente ese espacio, malos padres, palabras que abundan hoy.
Vivimos la complejidad del mundo moderno, un mundo de riesgos continuos, pandemias, catástrofes climáticas, profunda vulnerabilidad de los cuidados.
Paternar , es cuidar , en el sentido mas amplio de la palabra , no es controlar sino dar sustento material e inmaterial , para que el otro , la otra crezca , evolucione , confronte , y separe , sin cuidados hoy no hay futuros.
No hay formula, solo algunos indicios, algunas marcas en nuestra realidad diaria, tomar decisiones sin pasar de largo, estando en tiempos y espacios compartidos, también hace años que escucho como caballito de Troya , es un tema de calidad del tiempo y no de cantidad , justificando lo poco doméstico de los hombres.
Paternar hoy es calidad y cantidad de tiempos y espacios, si vamos por un futuro mas equitativo y digno, no hay ninguna posibilidad de suspender los relojes y las áreas , en esas coordenadas se construyen nuestras presencias.
Paternar, tarea continua… Es hora de proponértela
Hugo Huberman
Lazo Blanco, Argentina
http://www.lazoblanco.org/