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Hombres mirando-nos es este acercamiento para que podamos compartir las cosas que nos duelen por seguir el modelo tradicional de la masculinidad, al romper con estas ideas y conductas nos brindarán mejores beneficios en nuestra vida emocional con uno mismo, la pareja, nuestras relaciones familiares y cotidianas.


Le apuesto al compromiso que podemos hacer los hombres para tener una vida sana, basada en la igualdad de género y renunciar a todas de las violencias que ejercemos los hombres.

Ahora te invito a que nos miremos desde otras formas de ser hombres.

Cirilo



sábado, 19 de marzo de 2011

La violencia simbólica en mujeres y hombres

Psic. Cirilo Rivera García

Una buena muchacha de casa decente no puede salir
qué diría la gente el domingo en la misa
si saben de ti
qué dirían los amigos, los viejos vecinos, 
que vienen aquí
Qué dirían las ventanas,
tú madre y su hermana
y todos los siglos de colonialismo español
que no en valde te han hecho cobarde, que diría…
Silvio Rodríguez, La familia, la propiedad privada y el amor.



Deber “ser mujer” y deber “ser hombre” son expresiones que cotidianamente escuchamos o miramos en nuestra sociedad. El deber ser es un conjunto de introyectos que la sociedad ha construido para mantener un orden jerárquico sobre determinada población, llámese niños y niñas, mujeres, adultos/as mayores, indígenas, personas discapacitadas, etc. La elaboración de estructuras discursivas y prácticas lleva consigo formas sutiles para mantener el dominio y control.

Para Pierre Bourdieu, la violencia simbólica es aquella violencia que se ejerce sobre un agente social con su complicidad o consentimiento; además consiste en un  encarcelamiento efectuado mediante el cuerpo. Sin embargo, para que se lleve a cabo el consentimiento, es necesario construir simbolismos y prácticas que legitimizan ese deber ser: Ser buena hija, esposa, madre y abuela; deber ser hombre.

La violencia simbólica elabora estos instrumentos para mantener en subordinación a aquellos grupos sociales que intentan dejar de estar en esa condición. La frase mujeres juntas ni difuntas es ejemplo de ello, porque si una se da cuanta del potencial que tiene ¿que va a pasar si todas hacen lo mismo?... se pierden los privilegios masculinos. Cuando las mujeres se dan cuenta de que pueden romper las barreras sociales, dan inicio los comentarios de mujeres y hombres como: ¿qué les pasa, se quieren parecer a los hombres?, etc.; frases recurrentes ante el temor de perder el dominio masculino, las cosas así han sido siempre.

Cuando algún hombre decide romper los estereotipos masculinos tradicionales y decide ser tierno, más cooperativo en casa y solidario con las mujeres, y tiene pensamientos como: qué onda, si yo soy bien hombre,  renuncia a la ternura y a la solidaridad. Sin afán de justificar las conductas violentas y misóginas, este hombre ya no necesitó de los amigos, familia, medios de comunicación para que le recordara lo que un hombre de hacer para ser hombre.

Ser mujer tiene tantas significaciones, que la mayoría tiene que ver con los servicios para los demás. Algunos estudios muestran que los hombres quieren mujeres inteligentes, pero no más que ellos; desean parejas amorosas y sexuales, pero ellos desean ser quienes lleven el control. Describimos “al otro” o a “la otra” a partir de nuestras concepciones de poder, desde lo que me beneficia y me mantiene en la jerarquía.

Remar contra la corriente privilegiada puede que nos genere cansancio; sin embargo, en esa misma corriente, existen personas que desean construir relaciones de género democráticas. Vale la pena repensar las estructuras sociales y elaborar otras formas de ser mujeres y de ser hombres.