Bienvenid@s

Hola!!!

Hombres mirando-nos es este acercamiento para que podamos compartir las cosas que nos duelen por seguir el modelo tradicional de la masculinidad, al romper con estas ideas y conductas nos brindarán mejores beneficios en nuestra vida emocional con uno mismo, la pareja, nuestras relaciones familiares y cotidianas.


Le apuesto al compromiso que podemos hacer los hombres para tener una vida sana, basada en la igualdad de género y renunciar a todas de las violencias que ejercemos los hombres.

Ahora te invito a que nos miremos desde otras formas de ser hombres.

Cirilo



viernes, 1 de abril de 2011

Violencia…¿en mi noviazgo?


Cirilo Rivera García

Tu pareja… ¿te ha pegado?, ¿te insulta, humilla, te hace panchos, se enoja cuando respondes con un no, te culpa de sus conductas violentas? Entonces, esto es para ti.

La violencia en las relaciones de noviazgo muchas veces es disfrazada en “nombre del amor”. Se piensa que una muestra de amor es “saber” todo sobre la pareja.

El tema acerca de la violencia en el noviazgo, no es un tema nuevo, muchas investigadoras/es se han preocupado por este tipo de relaciones. Los primeros acercamientos surgieron a partir de las relaciones de pareja desde el enfoque de género y en ellas muestran las expresiones de la violencia que viven las mujeres en las relaciones que tienen con los hombres.

El noviazgo se podría definir como aquel periodo de tiempo que dura una relación de pareja, sin embargo existen otro tipo de relaciones de pareja como las free o situacionales.

¿Qué es lo que duele y lastima en las relaciones de noviazgo?

En los diferentes talleres y conferencias que he impartido con respecto a este tema, algunas preguntas que surgen de las y los adolescentes son: ¿Cómo identificar si mi novio es violento?, ¿qué hacer si mi novio es violento?, ¿por qué algunas chicas no se dan cuenta que su novio es violento?

Con ellos/as se trabaja de la siguiente manera: que definan lo que significa el noviazgo para las mujeres y hombres; qué es lo que les gusta y qué no les gusta. Después de este ejercicio se va develando las formas en que perciben una relación de noviazgo; exploramos lo que les gusta y comparamos las respuestas las mujeres y los hombres. Posteriormente analizamos lo que no les gusta. Aquí les preguntamos a las mujeres cómo se sienten, y las respuestas más comunes son: me siento mal cuando me presionan; cuando me celan; cuando se enoja porque le hablo a mis amigos. Mientras los hombres señalan que no les gusta: que las chavas sean celosas; que nos engañen y que sean fresas o apretadas.

Ya identificadas las situaciones de malestar, definimos la violencia como el uso de la fuerza física, psicológica, emocional, sexual y económica que tienen por objeto someter a otra persona y así buscar un beneficio propio. A continuación comparamos sus respuestas de malestares y las relacionamos con la definición antes descrita. Las y los jóvenes discuten sus repuestas para identificar el tipo de violencia que se ejerce, siendo la psicológica la más frecuente.

Para ello también nos apoyamos con estas preguntas:
Tu novio

¿Te cela constantemente por tus amigos hombres o compañeros de trabajo?
¿Te persigue por el celular para saber con quién estás?
¿Revisa los mensajes de tu celular, así como tus llamadas y tu correo electrónico?
¿Te da miedo cómo reacciona?
¿Te toca o te besa sin tu consentimiento?
¿Te presionar para tener relaciones sexuales?
¿Te ha abofeteado, jalado de los cabellos o azotado las cosas para intimidarte?
¿Minimiza las cosas que realizas?

Estas claves permiten a las y los jóvenes identificar las relaciones violentas.

Más tarde,  hablamos del ciclo de la violencia y cómo es que quedan enganchadas en este tipo de relaciones.

El ciclo de la violencia.

Primera Fase: denominada “Fase de Acumulación de Tensión” (las cuentas por cobrar). Se produce una sensación de pequeños episodios que llevan roces permanentes hacia la pareja, con un incremento constante de la ansiedad y hostilidad. Su uso común es la ley del hielo, se hacen cosas que incomodan, dejan de llamarte, etc.

Segunda Fase: denominada “Episodio Agudo”. En esta fase, toda la acumulación de tensión que se venía generando da lugar a una explosión violenta y puede variar desde un tocar cuerpo cuando no quieres, gritos, palabras que te ofenden, azotar cosas, amenazarte hasta llegar al homicidio.

Tercera Fase: “Luna de Miel”. Se produce el arrepentimiento por parte de la persona agresora y promete no volverlo hacer, se ofrecen disculpas, se regalan dulces, chocolates, te invita al cine, etc.

Muchas personas, en la fase de “Luna de Miel”, consideran el arrepentimiento como una muestra de amor y, por lo tanto, no ponen límites.

Consecuencias.

Las investigaciones han señalado que la violencia en el noviazgo tiene consecuencias como: depresión, baja autoestima, bajo rendimiento escolar, miedo hacia la pareja, falta de apetito, etc.

¿Qué se puede hacer?

Habla con otras personas de lo que te sucede, es importante que conozcan los malestares que tienes en tu noviazgo.

Recuerda que nadie tiene derecho a violentarte y no debes sufrir pena o culpa por vivir una situación de violencia.

Esto es importante, si ya hiciste muchas cosas y no tienes resultados, es momento de solicitar ayuda profesional.

Y sobretodo, recuerda que nadie tiene derecho a lastimarte.

sábado, 19 de marzo de 2011

La violencia simbólica en mujeres y hombres

Psic. Cirilo Rivera García

Una buena muchacha de casa decente no puede salir
qué diría la gente el domingo en la misa
si saben de ti
qué dirían los amigos, los viejos vecinos, 
que vienen aquí
Qué dirían las ventanas,
tú madre y su hermana
y todos los siglos de colonialismo español
que no en valde te han hecho cobarde, que diría…
Silvio Rodríguez, La familia, la propiedad privada y el amor.



Deber “ser mujer” y deber “ser hombre” son expresiones que cotidianamente escuchamos o miramos en nuestra sociedad. El deber ser es un conjunto de introyectos que la sociedad ha construido para mantener un orden jerárquico sobre determinada población, llámese niños y niñas, mujeres, adultos/as mayores, indígenas, personas discapacitadas, etc. La elaboración de estructuras discursivas y prácticas lleva consigo formas sutiles para mantener el dominio y control.

Para Pierre Bourdieu, la violencia simbólica es aquella violencia que se ejerce sobre un agente social con su complicidad o consentimiento; además consiste en un  encarcelamiento efectuado mediante el cuerpo. Sin embargo, para que se lleve a cabo el consentimiento, es necesario construir simbolismos y prácticas que legitimizan ese deber ser: Ser buena hija, esposa, madre y abuela; deber ser hombre.

La violencia simbólica elabora estos instrumentos para mantener en subordinación a aquellos grupos sociales que intentan dejar de estar en esa condición. La frase mujeres juntas ni difuntas es ejemplo de ello, porque si una se da cuanta del potencial que tiene ¿que va a pasar si todas hacen lo mismo?... se pierden los privilegios masculinos. Cuando las mujeres se dan cuenta de que pueden romper las barreras sociales, dan inicio los comentarios de mujeres y hombres como: ¿qué les pasa, se quieren parecer a los hombres?, etc.; frases recurrentes ante el temor de perder el dominio masculino, las cosas así han sido siempre.

Cuando algún hombre decide romper los estereotipos masculinos tradicionales y decide ser tierno, más cooperativo en casa y solidario con las mujeres, y tiene pensamientos como: qué onda, si yo soy bien hombre,  renuncia a la ternura y a la solidaridad. Sin afán de justificar las conductas violentas y misóginas, este hombre ya no necesitó de los amigos, familia, medios de comunicación para que le recordara lo que un hombre de hacer para ser hombre.

Ser mujer tiene tantas significaciones, que la mayoría tiene que ver con los servicios para los demás. Algunos estudios muestran que los hombres quieren mujeres inteligentes, pero no más que ellos; desean parejas amorosas y sexuales, pero ellos desean ser quienes lleven el control. Describimos “al otro” o a “la otra” a partir de nuestras concepciones de poder, desde lo que me beneficia y me mantiene en la jerarquía.

Remar contra la corriente privilegiada puede que nos genere cansancio; sin embargo, en esa misma corriente, existen personas que desean construir relaciones de género democráticas. Vale la pena repensar las estructuras sociales y elaborar otras formas de ser mujeres y de ser hombres.

martes, 22 de febrero de 2011

¿Los Hombres somos igualitarios?

En septiembre de 1994 se llevó a cabo en El Cairo, Egipto, la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD), en la que se logró un impresionante consenso sobre qué hacer respecto con algunos de los problemas mundiales más importantes.

El Programa de Acción apuntó que los hombres y las mujeres tienen el derecho a recibir información, escoger y tener acceso a métodos seguros, eficaces y aceptables para la regulación de la fecundidad, así como el derecho a recibir servicios adecuados de atención a la salud que garanticen embarazos y partos sin riesgos.

Otro punto, tratado en el Programa de Acción de la CIPD, fue la responsabilidad de los hombres en la salud reproductiva (Punto 4). Este fue uno de los primeros avances en materia de equidad, porque a las mujeres se les había visto como las únicas responsables en el ámbito reproductivo.

Más adelante, en la Cuarta Conferencia Internacional de la Mujer en Beijing (1995), se tocó el tema sobre la inclusión y debate sobre la participación equitativa de los hombres.

Posteriormente, las diferentes convenciones e instrumentos internacionales hacen un llamado a los hombres a eliminar todas las formas de discriminación y violencia hacia las mujeres y buscar alternativas para una convivencia sana y equitativa.

Hasta hoy, la igualdad de género está en el mundo masculino como discurso; existe quienes la aceptan y también hay muchos que no contribuyen en la búsqueda de la equidad o la niegan.

Mientras los hombres sigamos creyendo que las mujeres son las únicas responsables del espacio doméstico, de la salud sexual y reproductiva, de la educación de los hijos e hijas y de la violencia, seguiremos evadiendo responsabilidades que nos corresponden.

La participación igualitaria y equitativa en nosotros los hombres debe basarse en desempeñar un papel solidario en cuanto a eliminar los malos tratos a sus hijas/os, parejas, madres y hermanas, sumándonos a los esfuerzos para erradicar la violencia doméstica, la prostitución infantil y la violación.

Nuestra participación igualitaria contribuye a fortalecer a las familias y sociedades más democráticas. En esta medida se benefician todos y todas; los hombres se vuelven más autosuficientes y desarrollan más habilidades. Otra de las ganancias es, que al compartir responsabilidades, queda más tiempo libre para disfrutarlo en familia y como pareja.

Es momento que los hombres nos comprometamos a otras alternativas de la masculinidad que permita el diálogo y el compromiso de la no violencia en casa.

El costo social de “ser hombres” nos ha afectado de grave en la salud física, mental y emocional; en ella va implícita la violencia de cada día.

Es por ello estas reflexiones:
Ø      ¿Qué pasaría si tu participación como hombre fuera con afecto igualdad y equidad en el interior de la familia?
Ø      ¿Qué valores les estarías enseñando y fomentando a tus hijos/as sobre el compromiso y la participación en el hogar?
Ø      ¿Qué pasaría si como hombre dejaras de ejercer la violencia y usaras el diálogo para resolver los conflictos?
Ø      ¿Qué pasaría si a tu hija le enseñas que, como mujer, merece respeto; que nadie tiene derecho a lastimarla ni humillarla; que es una persona tan valiosa y que es capaz de realizar muchas tareas?
Ø      ¿Qué pasaría si tú dejaras de acosar a las mujeres en las calles, trabajo y en tu hogar?

Pasemos de la reflexión a la acción...

lunes, 14 de febrero de 2011

Noviazgo sin sexo, no es noviazgo

Cuando les pregunto a hombres adolescentes y jóvenes sobre las palabras que asocian con el noviazgo una de las primeras respuestas es…sexo.

La lógica tradicional masculina se basa en que los hombres debemos responder y actuar a cualquier precio. Esta masculinidad está construida por nuestra sociedad a partir del eje del poder, se ejerce sobre las mujeres, el poder de las restricciones sociales, el poder de la heterosexualidad sobre la homosexualidad.
En la iniciación sexual masculina, la presión del grupo social juega un papel importante pues se basa en la confirmación de la identidad y a la regulación de las prácticas sexuales de los jóvenes, independientemente de la relación de pareja que tenga.

Es por ello que los hombres hemos aprendido que para mostrar nuestra hombría y heterosexualidad, el noviazgo o los encuentros con las mujeres, las relaciones sexuales son un elemento indispensable.

En algunas series o novelas juveniles muestran los estereotipos masculinos conquistadores, amantes, rebeldes y valientes (violentos)  que pueden obtener placer con cualquier chica que se le ponga enfrente, ellos son parte de los ideales masculinos y femeninos que la sociedad refuerza constantemente a través de la mercadotecnia sexual.

Pero ¿qué temen los hombres en las relaciones de noviazgo?

Algunas respuestas son la infidelidad, el embarazo, la traición, entre otras. Los temores constantes de los hombres se basa en la infidelidad sexual de su pareja pues parten de la doble moral sexual que las mujeres son las que no se hacen respetar y los hombres por "naturaleza" tenemos más apetito sexual; además algunos jóvenes se resisten al uso del condón durante el noviazgo, algo como: que se cuiden ellas, pues es tan difundida la idea de: sin condón no se siente lo mismo porque quita placer.

Otro elemento que entra a prueba en la masculinidad de los jóvenes, es que otros hombres se enteren de su “bajo desempeño sexual”, pues se considera que un hombre siempre debe dejar satisfecha a las mujeres, la reputación y el honor masculino están constantemente en juego y, por ello, se reafirma a través de las conductas y prácticas sexuales, que en algunas situaciones son de alto riesgo como: las infecciones de transmisión sexual o el VIH.

Para algunos jóvenes, la prueba del amor -la relación sexual con la pareja- dejó de ser exclusivamente lo básico, ya que muchos chavos piden tener relaciones sexuales  sin el uso del condón. Por otro lado, en algunos espacios educativos, algunas chicas señalaron que hay chavos que les piden tener prácticas de sexo anal u oral pues consideran que así las mujeres no pierden su virginidad. Explorando las ideas que tienen estos chicos, son hombres que tienen rígidamente definidos los papeles tradicionales de hombres y mujeres, aunque en el discurso expresen que no son machistas.

Entonces, ¿para dónde ir?

Creo que algunos de los retos que tenemos los hombres son replantear la identidad masculina, que ésta nos permita revisar los miedos frecuentes, poderlos identificar y aprender a enfrentarlos sin violencia. Reconocer nuestra sexualidad, eliminar los estereotipos sexistas hacia las mujeres y pareja, dejar de ver a las mujeres como objetos sexuales y respetar su derecho a decidir sobre su cuerpo y sexualidad. Vale la pena que hasta aquí, podamos mirarnos como hombres.

Y en tu ciudad o comunidad, ¿cómo se desarrollan estás prácticas entre noviazgo y sexualidad?

¿De qué hablan los chavos con relación a sus parejas?

¿Cuáles son las prácticas de riesgo más constantes en las relaciones de parejas en jóvenes?

Comparte tu experiencias

Autor: Cirilo Rivera García

martes, 8 de febrero de 2011

Machismo, homofobia y violencia de género.

Si usas shampoo para mujer,
piensas como mujer.
Comercial de shampoo para hombres.

Autor: Cirilo Rivera García 

Michael S. Kimmel plantea que “la homofobia es un principio organizador de nuestra definición cultural de virilidad, es más que el miedo irracional por los hombres gay, es el miedo a que otros hombres nos desenmascaren, nos castren, que nos presenten como si no fuéramos  verdaderos hombres”.

La homofobia está relacionada con el sexismo así como con el racismo. Muchos hombres tienen miedo a ser percibidos como homosexuales, ser visto como poco hombre es un miedo que impulsa a negar la hombría a los otros; los hombres constantemente buscamos probar nuestra masculinidad tradicional a través de la violencia, de discriminar a las y los diferentes – mujeres y hombres homosexuales- pues se considera poco digno mostrar debilidades, por lo que es necesario que los varones demos muestra de nuestra heterosexualidad.
Consideramos que el machismo dejó de existir en nuestro país, sin embargo, lo único que ha pasado es que dejó de ser un discurso de presentación de nosotros los hombres porque las prácticas siguen siendo las mismas.

El machismo y la homofobia se relacionan de tal manera que tienen un sustento netamente conservador, pues esta ideología es de doble moral porque por un lado queremos prácticas en valores sin embargo existen conductas y actitudes que lastiman a mujeres, niños y niñas.

En nuestro mundo contemporáneo, las mujeres participan de muchas formas en las actividades sociales políticas y económicas, ellas han se han sobrepuesto de la misoginia constante sin embargo, a nosotros los hombres nos ha puesto en crisis el modelo tradicional masculino, pues hemos creído que somos son los únicos que podemos ser los proveedores, merecemos ser reconocidos y podemos gobernar.

Cuando las mujeres avanzan en la lucha de sus derechos o sobresalen sus esfuerzos, algunos hombres buscan las formas de coludirse para minimizar las actividades hechas por sus compañeras.

El año pasado me tocó escuchar de un docente investigador, el cual señalaba que no había epistemología feminista, otros hombres investigadores señalan que en nuestro estado no se hacen estudios de género ni de mujeres, ¿será acaso que las investigaciones que hacen las compañeras quieres ser  invisibilizadas y por lo tanto negarles el derecho ser protagonistas en la Academia?

El machismo, la homofobia y la violencia de género no es exclusiva de un sector de la población pues lo mismo hay gente sin estudios como hombres con “doctorado” o “maestrías” que miran al mundo desde una perspectiva machista y por lo tanto excluyente.

Creo que debemos partir de hacer investigación desde una perspectiva integral que nos incluya a mujeres y a hombres, que las políticas públicas tengan perspectiva de género pues de no ser así, seguiremos cegados por el machismo con discurso democrático.

El que esté libre de machismo, que arroje la primera piedra.

Si queremos que las cosas cambien, asumamos nuestras responsabilidades y cambiemos nuestras prácticas machistas.

jueves, 3 de febrero de 2011

Paternar...Tarea continua

Hace años que recorro mi país y América, trabajando con padres.

Hombres que se han hecho padres con dolor, muchos; sólo desde el  deseo de perpetuidad y filiación, otros, con la idea cultural que sólo un hijo completa nuestro itinerario hacia hacernos hombres de verdad, entrado en la adultez.

Algunos como yo, en compañía  fecunda de otros y otras, hemos decidido paternar, es decir criar creando con nuestros hijos e hijas vínculos nutrientes de amor y confianza mutua, no sólo pensando en que sean felices ellos, sino completando nuestra oportunidad de ser mas íntegros como personas nosotros.

Paternar, es en un principio, saberse co-creador en responsabilidad, hacer sabiendo; registrando que no hemos sido educados en ese hacer, pues es vivido culturalmente, como exclusivamente femenino .

Llamo responsabilidad a la capacidad solo adulta y madura  de ponderar las consecuencias de mis actos, ni buenos ni malos, actos al fin.

Toda acción es emoción, es decir mis actos, con-tienen una emoción que los valida, y sostiene. Solemos hacer lo que queremos, aunque suene muy feo decirlo públicamente.

Todo hacer implica conocer, y en esa acción siempre hay otro /a  que re-conocer, aceptándolo en legítima co-existencia, nunca hacemos solos, aunque parecería que los hombres estamos empecinados en no darlo a luz.

La necesidad de ir mostrando mientras crecemos, que hacerse hombre implica autosuficiencia, fortaleza e inteligencia condiciona muchas de nuestras conductas que no se ciñen a ese dispositivo de control y sanción.

Allá vamos, como centro del mundo, sumando insatisfacciones por ello.

Paternar, es  dejar de lado privilegios, para que el otro u otra nos de sentido y significado conjunto, no viene de la mano de lo biológico...

Nuestras compañeras, según la cultura; se completan como mujeres en su maternidad, les otorga otro status social, sin embargo desde constituirse en cuerpo junto a nuestros hijos e hijas, los van registrando segundo a segundo en esa realidad casi  imperceptible de desarrollo y evolución mutua, nosotros los conocemos después, adoptándolos en nuestro convivir, que en la mayoría de los casos no es corporal. (Los hombres tenemos organismo digo hace muchos años, pues sin apropiación conciente de esa realidad no hay cuerpo significante)

Ese niño eso no se toca, no es gratuito ni pasa rápido, suele instalarse en lo natural, pero es fruto de un preciso mecanismo cognitivo, casi de relojería.

También ellas son dolidas, poniendo en juego su capacidad de ser madre, malas mujeres habemus ...malas madres, es altamente riesgoso socialmente ese espacio, malos padres, palabras que abundan hoy.   

Vivimos la complejidad del mundo moderno, un mundo de riesgos continuos, pandemias, catástrofes climáticas, profunda vulnerabilidad de los cuidados.

Paternar , es cuidar , en el sentido mas amplio de la palabra , no es controlar sino dar sustento material  e inmaterial , para que el otro , la otra crezca , evolucione , confronte , y separe , sin cuidados hoy no hay futuros.

No hay formula, solo algunos indicios, algunas marcas en nuestra realidad diaria, tomar decisiones sin pasar de largo, estando en tiempos y espacios compartidos, también hace años que escucho como caballito de Troya , es un tema de calidad del tiempo y no de cantidad , justificando lo poco doméstico de los hombres.

Paternar hoy es calidad y cantidad de tiempos y espacios, si vamos por un futuro mas equitativo y digno, no hay ninguna posibilidad de suspender los relojes y las áreas , en esas coordenadas se construyen nuestras presencias.  

Paternar, tarea continua… Es hora de proponértela

Hugo Huberman

Lazo Blanco, Argentina
http://www.lazoblanco.org/

La vida de Juan - Parte 1 Promundo

La vida de Juan - Parte 2 Promundo

lunes, 31 de enero de 2011

La sexualidad masculina: los hombres que quieren más

Este producto no es para los que no pueden,
sino para los que quieren más.

Aunque la masculinidad como construcción social implique el ejercicio del poder, no necesariamente significa que todo hombre individual, por sólo serlo, sea poderoso y tenga poder, sin embargo, la violencia es una forma de obtenerlo.

Con base a lo anterior, a los hombres se nos ha enseñado culturalmente a ejercer y controlar nuestra sexualidad, tener relaciones sexuales y ser excelentes en nuestro desempeño sexual con las mujeres, sin embargo, muchos hombres siguen sintiéndose presionados por no cumplir con estas expectativas.

La masturbación y primera relación sexual nos marca a los hombres pues dejamos de sentirnos niños y por lo tanto, inician las competencias sobre el desempeño sexual entre los hombres. Los procesos homosociales con relación a la vida sexual entran en una situación dicotómica: por un lado se expresa abiertamente las conquistas sexuales y por otro, se ocultan los malestares y el temor a dejar de funcionar sexualmente.

Cuando estos miedos masculinos no son hablados con la pareja, una forma de expresarlo es a través de la violencia, pues esta es la única forma de someter, no solo el temor, sino la “pérdida” de su masculinidad.

En la cultura masculina, cuando un hombre hace abierta su preocupación sobre su vida sexual, algunos hombres tienden a burlarse de él y hasta cuestionan su heterosexualidad.

La virilidad, basada en el poder y la violencia, implica que los hombres funcionen exitosamente a toda costa; para ello, el cuerpo, su funcionamiento y desempeño se reduce al enfoque del mercado farmacéutico.

Los mensajes de estas empresas presionan socialmente a muchos hombres para comprar sus productos, no importando las condiciones alimentarias, adicciones, niveles de estrés y de riesgos sobre la salud en la que se encuentran muchos hombres como resultado de una cultura machista.

Para los hombres que quieren más, perpetúan una serie de mitos con relación al desempeño sexual y la hombría, pues siguen reforzando que los hombres solamente se valoran por la actividad sexual y no desde una mirada integral.

Los hombres que se resisten a vivir de manera responsable y a disfrutar su vida sexual responsable satisfactoriamente, continúan con prácticas de riesgo y una resultante de ello son los índices de población masculina infectada por el VIH o del Virus del Papiloma Humano, a ello hay que sumarle, la disfunción eréctil y la eyaculación precoz.
Para los hombres que quieren más, muchas veces les es imposible sentir emocionalmente sus miedos, pues en la estructura masculina de poder, los hombres no tenemos que sentir esas emociones porque vulneran nuestra identidad.

Mientras los hombres sigamos bajo los mismos esquemas machistas, continuaremos teniendo consecuencias  de riesgo en nuestra salud sexual, para cambiar y mejorar, es necesario romper con ellos y fomentar el autocuidado, mejorar las condiciones alimentarias, el ejercicio y sobretodo, dejar de ver a la violencia sexual como el único referente de nuestra masculinidad.


Autor: Cirilo Rivera García

lunes, 24 de enero de 2011

Eso de andar de hombre.

Primera colaboración del blog, nuestro amigo Hugo Huberman de Lazo Blanco de Argentina.

Salgo a la calle con mi traje de hombre, voy andando seguro, exitoso, ganador, registro los carteles que me alientan, a sentirme mas hombre, ponla, hazlo, acaba con ella...
Registro perfumes que sirven para cazar, calzones que producen escozor , coches que me prometen la felicidad completa al instante …pastillas que me rodean y me anuncian que podré con todas, no importa cuantas sean.

Tomo el colectivo , subo, paso mi tarjeta me miran y miro…llego al trabajo , allí saben respetar a un hombre de verdad, grito y todos me obedecen , hago un chiste obsceno y todos se ríen…me festejan…me hacen sentir mas hombre…vuelvo a casa…esta todo en su lugar….ella se encargó, es bien mujer…prendo la tele y ahí están todas ellas ofreciéndome que sea su hombre definitivamente, que le dé todo lo que otros hombres no supieron darle, que no le tenga piedad …me aburro, decido salir a tomar algo en el bar de la esquina…entro, somos todos hombres…el televisor incluido.

Cervezas, salames y vinos rodeados de hombres...hablo de política, de que buena que esta esa…y de goles son amores…

Vuelvo al  paso mareado …me acuesto…mañana será otro día de hombre . 
Es hora ya, mis sueños de hombre estuvieron en su lugar, dinero y mujeres, fueron pasando en ellos , marcándome el camino de alimentarme hombre.

Tomo mi café, bien negro de hombre , fumo mi primer cigarrillo del día, bien de hombre , mientras me visto, me afeito antes de puro hombre que soy…camisa y nudo de corbatas...a lo mas hombre…suena el teléfono, preguntan por un hombre, me ofrezco mientras salgo…no tengo otra opción, ciertas veces me da dolor ser tan hombre…

Toda la semana andando de hombre, eso si el sábado, tardecita cuando cae el sol,  me saco mi oficio de andar hombre y vuelvo a ser yo, en ese instante me crece una sonrisa y soy feliz…

 Hugo  Huberman











Se vale que aporten sus comentarios, gracias

sábado, 22 de enero de 2011

¿Por qué tengo miedo? si soy hombre

A veces nos preguntamos los hombres ¿por qué nos dan miedo algunas situaciones? sin embargo, nos cuesta trabajo reconocerlo y sobretodo expresarlo a otras personas.

Aguantarnos como hombres, se relaciona con las expectativas tradicionales que nuestra sociedad, familias, amigos varones sobre las formas en cómo "debemos" comportarnos.

Llegamos a sentir un nudo en la garganta, el estómago lo sentimos vacío, nos tiemblan las manos, tartamudeamos, etc.

Nuestro cuerpo lo siente y nuestras emociones también.

¿Cómo nos pesa aguantarnos esto?
¿Cómo lo hemos vivido?
¿Cuáles son las consecuencias de bloquear mis miedos como hombre?
¿Qué estoy dispuesto hacer para dejar de sentirme así?